¿CÓMO APRENDISTE LAS COSAS EN TU ESCUELA?
Recuerdo cuando la rutina general del aprendizaje como alumno de primaria consistía en recitar un nuevo concepto, poner un ejemplo de en que contexto se podía utilizar y más tarde repetir durante las siguientes sesiones ese mismo contenido con ejercicios de autocompletar o similares. ¿Está mal utilizar este método?
Resulta que nuestro cerebro funciona de una forma muy curiosa: agradecemos a diario resolver problemas utilizando la memoria, es decir, las mismas experiencias previas que ya hemos sufrido en anteriores ocasiones. Algunos ejemplos posibles son: conducir un coche, planchar la ropa o utilizar un ordenador. La primera vez que conduces, das muchísima importancia a cada gesto y a su función en el manejo del mismo coche. Sin embargo según va pasando el tiempo llegas a automatizar todo porque el cerebro va recopilando todas esas experiencias previas y en menos de lo que canta un gallo ya estás hablando con amigos o escuchando música mientras conduces con total autonomía. Ese mismo principio es el que utilizaban nuestros antiguos maestros para que nosotros aprendiéramos los contenidos pero, ¿Cual es el problema de las repeticiones? Que cuantas más repeticiones menos atención prestas y menos motivación obtienes.
Por el contrario, reflexionar y buscar caminos nuevos también tiene su parte peliaguda ya que los niños pueden sufrir desmotivación si el reto es demasiado complicado. Nuestro cerebro no está acostumbrado a reflexionar profundamente por eso debe haber un equilibrio entre reflexión y repetición. Lo mejor de crear actividades creativas que lo que proponen es encontrar varios caminos a seguir es que con su resolución el cerebro de nuestros alumnos recibe una pequeña pero gratificante cantidad de dopamina, una sustancia relacionada con el área del placer cerebral.
Ocho por dos son dieciséis, eso es correcto. Pero nuestros alumnos deben jugar con las posibilidades, deben tener la posibilidad de entender con experiencias reales que dieciséis lápices son ocho grupos de lápices en dos estuches, que ocho paquetes de dos galletas Quely para los alumnos de la clase forman un total de dieciséis, etc.
¿Estudiar los cuerpos celestes en un libro? ¿Porque no creamos mapas estelares y hacemos búsquedas del cuerpo celeste más visible esa semana para que los alumnos puedan verlo con sus propios ojos? O poner nombre a estrellas para después enseñarlo orgullosos a la familia.
Entiendo que muchas veces plantear las sesiones desde una perspectiva creativa nos puede llevar mucho trabajo a los maestros pero volvemos a estar en las mismas, nuestro cerebro nos pide a gritos automatizar las clases para quitarle trabajo ya que funciona mejor con la memoria. Consigamos que nuestros esfuerzos por abrir caminos diferentes en los que aprender nos ayuden a crecer como maestros y que la dopamina se mueva feliz por nuestro cerebro.
Comentarios
Publicar un comentario